R, E, D

‘La supervivencia de la humanidad está en tus manos’, dijo la resonante voz desencarnada.

‘Al final de este año, la vida humana en este planeta sobrevivirá solamente si descifras el código y sigues su sabiduría’. En ese momento, recibí el llamado código: tres letras colosales aparecieron una a una, ocupando todo mi campo de visión: Una ‘R’, una ‘E’ y una ‘D’.

 

‘Se te ha elegido por tus talentos y habilidades únicas. Puedes buscar ayuda en esta misión, pero no le digas a nadie el propósito ni la fecha límite, ya que el pánico puede reducir tus probabilidades de éxito.

 

Me desperté de este sueño extraño, pero todavía estaba en la cama cuando sonó la alarma de mi reloj despertador, y…

 

‘Son las seis de la mañana este frío miércoles de noviembre, ¡es hora de levantarse!’, dijo el locutor de radio.

 

El sueño raro seguía en mi mente cuando me levanté de la cama. Sonaba absurdo, pero no pude sacármelo de la cabeza todo el día. ¿Y si no hubiera sido solamente un sueño, sino un mensaje real de alguna fuente poderosa? ¿Qué pasaría si no hiciera caso de la advertencia y permitiera que la humanidad se aniquilara al final del año? ¿Será que estoy con delirios de grandeza?

 

No tengo riquezas, fama, ni siquiera religión. ¿Por qué habrían de elegirme para una tarea tan grande? ¿Y qué querían decir con eso de mis supuestos ‘talentos y habilidades únicas’? Mis preguntas y dudas superaban en número a mis respuestas y buenas razones, pero este sueño me había dado algo por lo que vivir, un propósito.

 

Me había ido a la cama la noche anterior sintiéndome inútil, inservible, sin esperanza. Sentía depresión, decaimiento y desánimo. Tenía la intención de dedicarme a la escritura, pero no había escrito nada en meses y no tenía nada a lo que aspirar. Sin embargo, desde ese sueño extraño sentí inspiración, energía. Tal vez no salvaría a la humanidad, pero al menos tendría algo que hacer hasta el día del juicio final. Podría salvarme de mi propia inercia. Me propuse intentar descifrar el código.

 

Así que pasé los siguientes días y semanas prestando mucha atención a cualquier cosa que pudiera explicar el enigma R, E, D. Observé y escuché como nunca lo había hecho. Y empecé a escribir de nuevo. 

 

Comencé a hacer preguntas. Entrevisté a personas de todos los ámbitos de la vida, jóvenes y viejos, ricos y pobres, analfabetos y eruditos. Les pregunté: ‘Si su vida y futuro dependiera de algo relacionado con R, E, D, ¿qué sería ese algo?’

 

¡Las respuestas que escuché fueron sorprendentes!:

 

Respirar Esperanza Despertar, Relación Extraordinaria Dentro, Resiliencia Eterna Deseo, Recuperación Esfuerzo Disciplina, Respeto Enemigo Dignidad, Responsabilidad Equilibrio Depende, Ratón Experimento Dolor. Claro, algunos solamente dijeron que R, E, D significaba rojo en inglés...

 

El fin de año llegaría pronto. Mañana sería el 31 de diciembre. ¿Habrá un día siguiente para la humanidad, o explotaríamos todos hasta desaparecer? Había vivido un mes maravilloso, emocionante y ocupado, pero no había descifrado el código. Así que me puse a trabajar.

 

Revisé mis notas del mes pasado, releyendo todo lo que había escuchado y aprendido de las entrevistas. Empecé a organizar mis apuntes. Diseñé una matriz gigantesca para poder incluir todo. Y comencé a jugar con anagramas, colocando las palabras que empiezan con R, E y D, representando a todas las personas que respondieron la pregunta. Y fue surgiendo un enorme mapa de valores valiosos, prácticas honorables, intenciones esperanzadoras y acciones nobles. Todos allí, entrelazados, enredados como una asombrosa red de telaraña.

 

‘¿Red?’, me escuché decir.

 

‘Red, RED, ¡R, E, D!’, repetí.

 

¡Por supuesto! ¡He ahí la clave! El futuro de la humanidad depende de que reconozcamos lo que dijo el jefe indígena Seattle hace muchos años:

 

‘La humanidad no ha tejido la red de la vida. Somos solamente un hilo en ella. Todo lo que le hacemos a la red, lo hacemos a nosotros mismos. Todas las cosas están ligadas. Todas las cosas están conectadas’.

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