Planeta Arreit

Apenas el otro día, en un rincón cómodo del gran universo, nació un planeta nuevo, vibrante y colorido. Las fuerzas creadoras nombraron a este planeta Arreit.

 

Arreit tenía un sol brillante color naranja, y hermosos cielos azules reflejados en vastos océanos y lagos. Tenía junglas húmedas verdes y desiertos secos amarillos. Las cumbres de las montañas elevadas estaban cubiertas de hielo frío y nieve blanca. Los valles yacían bajos y cálidos. Y entre ellos se extendían lomas en todos los tonos de índigo y violeta.

 

El suelo de Arreit producía rocas y piedras preciosas, plantas y árboles, verduras, frutas, y flores de todo color imaginable. Criaturas multicolores volaban los cielos, nadaban las aguas, y andaban las tierras. Por supuesto, la piel de la gente de Arreit era de distintos colores también. Todos los seres disfrutaban su pintoresco planeta, y vivían bien.

 

Hasta un día. Como sucede con frecuencia, algunas personas empezaron a quejarse de cómo eran las cosas en el planeta que les servía de hogar. Se llamaron a sí mismos líderes, y se propusieron cambiar la vida en Arreit.

 

‘Debería haber más orden. No me gustan los colores mezclados así. Hay demasiados colores’.

           

‘Pero así es que siempre ha sido, y así ha de siempre ser’.

 

‘No necesariamente. He aquí una idea. Hay siete colores principales, ¿cierto?’

 

‘Sí. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta’.

 

‘Pues también hay siete días en una semana. ¿Qué tal si le asignamos un color a cada día de la semana? Los domingos, todo será rojo. Los lunes, todo será naranja, y así por el estilo’.

 

‘¿Quieres decir que los colores tendrán que tomar turnos?’

 

‘¡Exactamente! De esta manera todo lucirá más ordenado. Y será justo, pues cada color tendrá su día. Domingos rojos, lunes naranja, martes amarillos, miércoles verdes, jueves azules, viernes índigos, y sábados violetas’.

 

Y los líderes hicieron que cada día de la semana solamente se permitiera un color en Arreit.

 

Pero la vida en Arreit no funcionaba bien. El sol naranja solamente podía brillar como un sol los lunes. Los cielos azules no podían ser ellos mismos sino los jueves. Las selvas verdes sólo se sentían vivas los miércoles. Y los desiertos amarillos detestaban todo día menos los martes. Las plantas, los animales, y la mayoría de las personas también sufrían.

 

Así que un día, un grupo de gente se juntó y se nombraron a sí mismos los nuevos líderes de Arreit.

 

‘Esta idea del color del día no está funcionando. ¿Qué puede mejorar la vida en Arreit?’

 

‘¡Ya lo sé! He aquí una idea novedosa. Existen siete colores principales, ¿cierto?’

 

‘Sí. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta’.

 

‘Bueno, pues también hay siete continentes en el planeta Arreit. ¿Qué tal si le asignamos un color a cada uno de los continentes? Todo lo rojo irá a Norteamerinente. Todo lo naranja vivirá en Suramerinente, y así por el estilo’.

 

‘¿Quieres decir que clasificaremos los continentes por colores?’

 

‘¡Exactamente! De esta manera, todo permanecerá en su lugar correspondiente. Cada cual será sí mismo todos los días, aunque solamente en un continente. Lo rojo vivirá en Norteamerinente, lo naranja en Suramerinente, lo amarillo en Asinente, lo verde en Antartinente, lo azul en Euronente, lo índigo en Australinente, y lo violeta en Afrinente’.

 

Así que los nuevos líderes de Arreit sortearon a los habitantes según el color de su exterior.

 

Pero la vida en Arreit no estaba funcionando bien. El sol naranja tenía que permanecer en Suramerinente todo el tiempo, y en los otros continentes todos extrañaban su luz y calor. Los cielos azules sólo eran permitidos en Euronente. Las selvas verdes estaban confinadas al continente Antartinente. Y los desiertos amarillos no podían salir de Asinente. También se sentían mal las plantas, los animales, y la mayoría de la gente.

 

Arreit estaba en aprietos. El planeta, antes colorido y vibrante, ya no lo era. Sus habitantes ya no prosperaban.

 

Fue entonces cuando los niños se dieron a escuchar.

 

‘No es justo que todo lo del mismo color tenga que quedarse en un lugar’, dijo una niña.

 

‘En verdad es aburrido así, nadie se siente bien, y nada funciona bien’, añadió un niño.

 

‘Pero los líderes lo hicieron así. Debe ser la mejor manera’, dijeron los adultos.

 

‘Hay una manera mejor. Prueba tu comida favorita. Los sabores están mezclados, ¿no es así?, respondió otro niño.

 

‘Y escucha tu música predilecta. Las siete notas musicales se combinan para formar melodías, ¡y armonía!’, dijo otra niña.

 

Mientras los niños y las niñas conversaban, se formó un brillante arcoíris tan enorme y magnífico que podía apreciarse por todos, desde todos los continentes de Arreit.

 

El arcoíris les mostró una mejor manera, tal como lo formaron las fuerzas creadoras cuando lo diseñaron. Todos los colores lado a lado. Todos los días de la semana. En todos los continentes de Arreit.

 

Y así fue. Y todos prosperaron y disfrutaron otra vez su hermoso y colorido planeta.

Previous
Previous

Maestros

Next
Next

Pastel para Papá