Hermanos

Para otros estudiantes de séptimo grado era una tarea bastante fácil. Después de todo, era el examen final de la clase de inglés, y Mrs. White podría haber preguntado sobre la novela aburrida que leímos, o sobre esas reglas gramaticales que no hacen sentido para alguien como yo, que no crecí hablando inglés. Pero cuando leí las instrucciones de escribir un ensayo sobre mis hermanos, sentí ganas de huir. Por un momento pensé ‘¿y si le digo a la maestra que no tengo hermanos, y le pido que me asigne otro tema?’ Pero ella sabía que yo tenía un hermano en octavo grado y otro en sexto grado. Y yo no podía mentir. Pero tampoco quería decir toda la verdad.

La verdad sobre mis hermanos es difícil y duele. Cuando recuerdo a Isabel y Manuel, quienes todavía están en México con mi mamá, los extraño. Me siento culpable cuando uso ropa nueva o voy a parques de diversiones, sabiendo que quizás ellos nunca tendrán tanta suerte. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve con ellos, y a veces me pregunto si se olvidarán de mí.

Aquí vivo con mis otros hermanos.

El mayor es Samuel. Tiene catorce años y es el favorito de papá. Samuel lo ha pasado mal desde que llegamos a Estados Unidos. No le gusta la escuela y va a repetir el octavo grado. Me preocupo por él, porque algunos chicos están tratando de que se una a una pandilla, y temo que puedan lastimarlo. Me alegro de que le guste mucho el fútbol. Entrena todos los días, ¡y su equipo ya ha ganado varios partidos! Espero que el fútbol lo mantenga sano y salvo.

Luego está Miguel. Era el más chico cuando salimos de México, y todavía tiene pesadillas sobre lo que vimos y vivimos en el camino a llegar aquí. Miguel está tratando de llamar la atención de mi papá haciendo todo lo que hace Samuel. Ojalá solo copiara las cosas buenas.

Mis tres hermanos menores nacieron acá, así que pueden vivir con su papá y mamá. Secretamente los envidio por esto. Aunque nuestra madrastra Mima no es mala, Samuel, Miguel y yo sentimos que ella no nos quiere como quiere a sus propios hijos. Supongo que es normal, pero aun así se siente feo.

Mariel tiene nueve años, pero es de mi tamaño, ¡y sus pechos ya son más grandes que los míos! Como el color de su piel es más claro y habla inglés perfectamente, algunos no creen que seamos hermanas. Pero lo somos, y ayudamos a Mima con las tareas del hogar y a cuidar a la bebé. Como Mariel nunca ha estado en México, le cuento cuentos cuando me pregunta. A menudo me los invento, y no le cuento los más tristes.

Daniel tiene siete años y lo llamamos ‘Búho’, porque tiene ojos enormes. Samuel y Miguel no le dejan jugar con ellos, porque es chico. Aunque yo sí juego con él, Daniel no me hace caso cuando lo cuido. ¡Me vuelve loca!

Y mi hermanita menor, Anabel, se enferma mucho. Nació con problemas en su cerebro y los médicos dijeron que no viviría más de seis meses. Hemos pasado algunos sustos, pero ya celebramos su tercer cumpleaños. Me entristece saber que nunca podrá hablar ni caminar. Mima tiene que estar con ella todo el tiempo, y alimentarla con un tubo que va directo a su estómago. Siento lástima por Anabel, y no me gusta cuando la gente se le queda mirando. Una vez soñé que ella estaba bien y podía jugar y correr. Desperté llorando de ese sueño.

Por todo esto me resulta difícil escribir un ensayo sobre mis hermanos. Esa pregunta en el examen no es tan fácil como parece, y la respuesta no es asunto de nadie más que de mi familia.

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