Guías

Los buenos guías
no deben confundirse
con los ‘buenos días’
o con guías de tranvías.

Los buenos guías señalan
de varias maneras,
a varios senderos.
No dictan,
no ordenan.

Los buenos guías dan la bienvenida,
pausan,
paran,
esperan.

Los buenos guías no apresuran, no presionan,
tampoco tiran ni halan.
Los buenos guías no cargan,
y sólo se encargan de su propia carga.


Los buenos guías lideran por delante,
pero no van demasiado adelante.
Prefieren liderar al lado
de quienes están siendo guiados.

Los buenos guías no andan demasiado rápido.
Los buenos guías no hablan demasiado.

Los buenos guías no predican,
ni tratan de convertir ni de convencer.
Observan, escuchan,
tratan de entender.
Responden según su mejor parecer.

Los buenos guías muestran, aplican, practican,
a veces explican.
Enseñan lo aprendido,
de libros guías,
del camino,
del pasado,
de fieles guías,
no de falsos guías,
ni fabricadas mentiras.

Que seamos
guiados hábilmente, sabiamente
por buenos guías.

Que seamos
y sirvamos de hábiles, sabios
buenos guías.

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