Abuelita Abuelón

Nos acostumbraste a pedir tu bendición, al saludar y al despedirnos.
‘Bendición, Abuelón’.
‘Dios te bendiga, mi ‘ja’.

Ojos y vientre grandes, pelos largos y oscuros en las piernas, asomándose a través de las medias de nylon.

Tu olor, una mezcla de aroma floral, alcohol para masajes, y plátanos fritos.

Tu voz, entonando canciones para enseñarnos inglés, con un acento tan espeso como tus sopas: ‘Pollito-Chicken, Gallina-Hen, Lápiz-Pencil, y Pluma-Pen. Maestra-Teacher…’

Abuelita Abuelón, la maestra. Montabas a caballo (en verdad era una yegua, como luego descubriste) en los campos Boricuas, llevando estudios a niños dispuestos y descalzos. Enseñaste a tus alumnos inglés, respeto y dignidad. A tus nietas nos enseñaste buenos modales, y a decir la verdad.

¡Y nos enseñaste a leer! Tantas tardes acurrucadas en tu cama, leyendo libros de cuentos bajo el mosquitero. La lectura nos abrió los ojos, puertas y ventanas al más allá, al mundo entero.

¿Enseñas ahora a los ángeles nuestra canción favorita? ‘...Maestra-Teacher, Piso-Floor, Ventana-Window, y Puerta-Door’.

‘Bendición, Abuelón’.

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