Credo
¿Qué creer?
Estas creencias, lejos de ser originales, reflejan una fe que puede sostenernos, guiarnos e inspirarnos.
Podemos creer que somos esencia/entidades encarnadas en forma humana con propósito.
Nuestra esencia, llamémosle alma, puede ser como un rayo de luz y calor cuyo origen es un sol eterno, energía generativa, matriz.
La forma humana puede ser como un lago que refleja los rayos del sol eterno.
Nuestras almas pueden aprovechar la experiencia humana para cultivar las virtudes de su origen.
La virtud primordial puede tener algo que ver con el Amor.
Podemos desarrollar las virtudes al aprender las lecciones que hemos de aprender.
Se nos pueden brindar innumerables oportunidades para aprender estas lecciones, pues las que no aprendamos en una existencia, las podríamos aprender en otras.
Una de las lecciones más importantes podría ser que aprendemos mejor las lecciones cuando aportamos al aprendizaje de otros.
Una manera de aportar al aprendizaje de otros puede ser a través de nuestro ejemplo.
Los seres no humanos pueden aportan al aprendizaje humano.
Podemos creer que la esencia humana es benévola, aun cuando no lo manifestamos.
Para reflejar más fiel y claramente la luz del sol eterno en nuestro lago, podemos aquietar las aguas, soplar las nubes que lo cubren, o esperar que pase la noche.
El libre albedrío humano puede existir, así como también pueden existir inteligencias y sabidurías superiores a las nuestras.
Podemos asumir responsabilidad por lo que hacemos, y por lo que no hacemos.
Cuando creamos mal y hacemos daño, puede ser por no reconocer nuestra esencia benévola y su propósito.
Cuando el cuerpo humano muere, pudiéramos regresar a donde reconocemos lo que somos, y cuál es nuestro propósito.
Aún si por temor, ignorancia, codicia, o agresión aniquilamos a la humanidad y dañamos el planeta donde habitamos, nuestra esencia puede desarrollarse de otras formas, pues el sol eterno no deja de brillar.
Podemos creer que la experiencia humana puede ser aprovechada y disfrutada.
El optimismo y la esperanza, aun cuando no parezcan fundamentados, pueden beneficiarnos más que el pesimismo y el cinismo.
Puede ser intrigante e interesante interpretar cada experiencia como portadora de mensajes y preñada con posibilidades.
Aunque desde la forma humana no percibamos lo que existe más allá de ésta, podemos crear edificios edificadores, escritos enriquecedores y platillos nutritivos con los materiales disponibles aquí.
Puede valer la pena ejercitar la imaginación, y los ángeles, las sirenas, los duendes, las hadas del bosque y los seres extraterrestres ser reales para quienes así lo creen.
En lo que logramos la integración óptima o alcancemos la iluminación, puede ser más sabio un eclecticismo pensado que un aferramiento miope a cualquier filosofía de vida.
Podemos seguir creyendo todo esto o parte de esto hasta que descubramos o desarrollemos otras creencias que nos ayuden a vivir mejor esta experiencia humana.