Apocalíptico
La pandemia
siguió diseminándose, destruyendo,
en todo su apogeo.
Los más suertudos
siguieron respirando profundamente,
sanos, salvos,
guardados, trabajando desde casa,
aguardando que se acabara.
Mientras tanto, muchos otros
siguieron resollando, jadeando,
suplicando, rezando
que cada momento respirando
fuera acogido, apreciado, atesorado, aprovechado,
hasta el último amén.